Consumimos sin pensar porque pensamos que todo se recicla.

Tenemos la convicción de que, depositando nuestros residuos en el contenedor amarillo, se acaba nuestra huella de contaminación, y en algún lugar inexacto en el mapa para nosotros, como si fuera la “Tierra media” de los Bolsones o “Invernalia” de los Stark, allí habrá duendecitos y seres milagrosos que lo reciclarán y harán desaparecer nuestros residuos.

Pero claro, nos han bombardeado tanto con la importancia de reciclar que nos hemos perdido en su significado.

Realmente, ¿sabemos lo que es reciclar?

¿Sabemos quién está reciclando o sólo nos pensamos que reciclamos?

Puedes coger una persona cualquiera con la que te cruces en la calle o en una tienda y preguntarle si recicla.

Hoy por hoy la respuesta mayoritaria es un “Si” rotundo.

La cosa cambia cuando le haces una segunda pregunta: ¿reciclas o reutilizas?

Tras unos segundos dubitativos, siempre contestan: “Las dos cosas, hombre, por supuesto”.

Pero si eres perspicaz rizando el rizo, puedes terminar preguntando: ¿sabes la diferencia?

Y ahí ya los dejas k.o., porque te puedes encontrar respuestas de todo tipo. Me gustaría decir que la mayoría de la gente sabe la diferencia y contesta bien, pero por experiencia cuando he dado charlas, la contestación es bastante deficiente.

Reutilizar es volver a utilizar un producto para el fin que fue creado o diferente uso, pero sin haber transformación. Véase, una botella de refresco que la llenas de agua para llevártela al monte.

Reciclar es convertir un producto de desecho en materia prima para fabricar nuevos productos, habiendo una transformación y tratamiento. Esa botella se transformará en pellets que se utilizará para fabricar otras botellas.

Pero reciclar es mucho más que eso.

Reciclar es volver a convertir en materia prima un producto y utilizar esa materia prima para fabricar otro producto totalmente diferente para el primer fin que fue creado.

Reciclando las latas de bebida de aluminio, podemos crear una llanta de rueda de bicicleta.

Con varios cartones de leche una caja de zapatos.

Reciclando botellines de cerveza puedes fabricar tarros para paté.

La lista de ejemplos podría ser interminable, pero esto es información que aunque la gente la sepa o la haya oído,  la población no lo piensa y no lo valora.

Recuerdo una charla en un colegio, donde les explicamos a los niños que el plástico provenía del petróleo. Les explicamos también que el petróleo eran los animalitos muertos hace millones de miles de trillones de años (exageración para que entendieran lo que tarda el petróleo en crearse).

Fuimos tirando del hilo del petróleo, del plástico y del reciclaje, y llegamos al dato de que reciclando varias botellas de bebida se podía fabricar un forro polar de los que en ese momento vestían.

En cero coma, un niño hizo la siguiente asociación: si mi compañero de mesa se muere, ¿dentro de miles de millones de años será petróleo?, así que harán un forro polar con él y lo podré vestir.

Ala, tío, si te mueres podemos seguir juntos para siempre.

En momentos así, la verdad es que me pillan un poco descolocada para contestar y reorientar la charla sin buscar problemas con los padres, porque ahora está sociedad tiene la piel muy fina, ya sabéis. 

La idea principal de que un producto se puede reciclar para fabricar otro producto la hemos entendido.

Pero, ¿cómo?

Cuando depositamos algo en los contenedores de recogida selectiva, “los de reciclaje”, inconscientemente en nuestras cabezas se genera un sentimiento de tranquilidad y de estar salvando el mundo: acabamos de hacer lo que debemos hacer.

Nuestros residuos no acabarán en un río de esos del tercer mundo que salen en los vídeos de las redes sociales que están llenos de residuos plásticos flotando. Ah no, nuestro residuo no porque lo hemos depositado en el contenedor correspondiente. Se reciclará, no sabemos como, pero por arte de magia se convertirá en otro producto que aparecerá en un anuncio televisivo, donde alguien en medio de la naturaleza y rodeado de pajaritos lo promocionará con una sonrisa, y alabando el reciclaje y lo poco o nada que contamina su producto.

Y ahí tenemos el gran fallo. El gran fallo.

EL MEJOR RESIDUO ES EL QUE NO SE GENERA.

Está muy bien depositar nuestros residuos en el contenedor que le corresponde.

Un aplauso para toda esa gente que lo hace.

Pero debemos tener claro que ocurre a partir de ese momento con nuestro residuo.

El contenedor no es una máquina como en las series de dibujos animados. No introduces el residuo por una boca del contenedor y aparece por la otra boca ya transformado en otro producto limpio, nuevo y reluciente.

Tiene su proceso y en muchos casos largo, costoso y contaminante.

Según las rutas estipuladas, ese contenedor será recogido por un camión especial el día que toque. Un miércoles por la mañana, un lunes por la tarde o días alternos según la época del año.

Las rutas y los días y horas de recogida están estudiadas y establecidas por estudios dependiendo de la generación alrededor de esa zona y la tipología de residuo. En una zona de playa, las recogidas en verano se realizarán con mayor frecuencia debido al aumento de población.

Una vez el camión haya recogido y vaciado el contenido de los contenedores de su ruta, se dirigirá a las instalaciones de gestión de residuos correspondiente. 

Pudiendo ser una estación de transferencia o una instalación de separación y tratamiento de residuos.

Para no entrar demasiado en definiciones complejas de los sistemas de recogida y tratamiento, quedémonos con que los camiones recogen el contenido de los contenedores y los descargan en unas instalaciones que irán separando el contenido por fracciones y tipología, y donde se hará la logística de cada envío de residuos.

Hay contenedores más fáciles y rápidos de separar, como puede ser el contenedor de papel y cartón o el de vidrio, que aunque tienen sus complicaciones y pueden contener impropios mezclados, no tienen tanta variedad de tipo de residuo como puede ser el contenedor amarillo de envases de plástico, latas y briks.

Sigamos.

En las instalaciones de tratamiento las máquinas irán separando los residuos por material, por densidad, etc.

Este es un dato importante que todo el mundo debería conocer, la separación de hace mediante máquinas. Mediante separador balístico, troqueles, soplantes, corrientes de focault, imanes, fotocélulas, etc. Pero no hay una persona en la cinta apartando manualmente cada cápsula de café de aluminio o cada brik de zumo. Hay personas controlando las máquinas, las cintas, retirando los residuos voluminosos que no deberían estar allí, pero la separación en gran medida la hacen las máquinas.

Este dato es útil para desmontar el argumento de que mucha gente no separa ni recicla para no quitar trabajo a las personas.

Sigamos nuestro recorrido por las instalaciones.

Una máquina separará los residuos de una tipología de otros.

Por un lado tendremos balas prensadas de latas de aluminio y por otro balas prendadas de botellas de plástico PET.

Y, ¿ahora qué?

Esas balas se material deberán ir a empresas especializadas en transformar ese tipo de material en materia prima.

Las latas de aluminio se fundirán para crear nuevas planchas de aluminio para fabricar nuevos productos; las balas de PET se transformarán en pellets mediante complicadas máquinas que transformarán este tipo de plástico en granza para fabricar nuevos plásticos; el vidrio de tritura y se mezcla con caliza y otros materiales para conseguir el calcín y fabricar nuevos envases de vidrio.

Y podríamos continuar la lista explicando la transformación de todos los materiales que depositamos en los contenedores, pero debemos quedarnos con la idea principal de que una vez separados los residuos del contenedor, entra en el proceso otras empresas e instalaciones que transformarán esos residuos en materia prima.

Nosotros sólo estaremos depositando nuestros residuos en el contenedor correspondiente. 

Estamos separando para reciclar, no reciclando. 

Todos estos procesos tienen un coste.

Coste económico.

Coste de tiempo.

Y coste ambiental.

En la sociedad actual, vivimos una economía lineal:

Fabricar-Consumir-Tirar-Fabricar-Consumir-Tirar…

Oímos por todos lados que debemos cambiar a una economía circular:

Fabricar-Consumir-Tirar-Reciclar-Fabricar-Consumir…

Pero como acabamos de ver, depositando nuestros residuos no estamos reciclando, estamos separando para reciclar, y son otros los que reciclarán.

Nuestra responsabilidad con un futuro sostenible no es sólo separar para reciclar. 

El reciclaje tiene sus límites. No todo es reciclable y algunas cosas se pueden reciclar sólo una vez antes de convertirse en residuo en vertedero. Otros productos se pueden reciclar infinitamente como el vidrio o el aluminio.

Pero sean las vidas que sean de reciclaje de un material, todo tiene un coste económico y de contaminación. 

Nos pensamos que podemos consumir sin contaminar siempre que depositemos nuestros residuos en el contenedor que corresponde, porque como introducimos nuestros residuos en el proceso de la economía circular, se recicla y no contamina.

Cierto es que el futuro pasa por la economía circular. Es inevitable generar residuo en nuestra vida diaria.

Pero el primer eslabón de la pirámide de la jerarquía del reciclaje que marca la ley siempre será el más importante 

La prevención.

No olvidemos:

El mejor residuo es el que no se genera.

Ángela Ruiz Molés

Divulgadora Ambiental. Presidenta Salud Agroambiental

Una respuesta a “Pensamos Que Todo Se Recicla”

  1. Avatar de ROBERTO GARCIA CAÑETE
    ROBERTO GARCIA CAÑETE

    Jodoooooo…..que bueno…..

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